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La Educación Ambiental en la Argentina

Argentina tiene una deuda pendiente con la Educación Ambiental (EA). Si bien es cierto que en los últimos años hubo avances en la materia, la realidad es que no son suficientes para enfrentar a la crisis climática y ecológica. Necesitamos que la EA sea una prioridad en la política pública nacional, se formalice y por tanto se garantice en todo el territorio argentino. Aunque todavía no se aprobó una ley nacional de Educación Ambiental, existen leyes nacionales y provinciales que aluden al tema, algunas de las cuales se presentarán a continuación. En primer lugar, se expondrán las leyes nacionales y luego las provinciales. Posteriormente, los proyectos de leyes nacionales de EA que fueron presentados en el Congreso de la Nación durante los últimos años y que perdieron estado parlamentario. Por último, en las consideraciones finales se invita a reflexionar acerca de por qué su aprobación ha sido postergada en nuestro país. 

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Cambio climático desde una perspectiva de género: cómo se conectan dos de las problemáticas más grandes de nuestro tiempo

La manera en que las personas viven el cambio climático varía dependiendo de la interrelación de múltiples factores: combinando el nivel socioeconómico, el género y la edad obtenemos segmentos de personas con una mayor o menor vulnerabilidad a los impactos de este fenómeno. A lo largo del presente documento abordaremos la relación entre género y crisis climática haciendo foco en la vulnerabilidad socioeconómica de las mujeres y, en estrecha relación, en la importancia de que se garantice su participación efectiva en las instancias de decisión de políticas públicas.

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¿Por qué una Ley de Educación Ambiental?

El derecho a la Educación Ambiental (EA) se encuentra consagrado en la Constitución Nacional, en la Ley de Educación Nacional N° 26.206 y en la Ley General del Ambiente N° 25.675. Si bien muchas provincias y municipios han avanzado con su propia legislación y programas en la materia, la existencia de una Ley Nacional que defina a la EA como política de Estado, establezca sus principios y otorgue las herramientas para una implementación articulada en todo el país, continúa siendo una deuda pendiente. A nivel internacional, la meta 4.7 de la Agenda 2030 señala el rumbo, reconociendo su rol crucial para la consecución de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible por su carácter transversal y naturaleza interdisciplinaria.
En el marco de la crisis social y ecológica actual, es más necesario que nunca que lxs ciudadanxs cuenten con una formación integral en ambiente y desarrollo sostenible.

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El bien común y la educación ambiental.

Días atrás recordé una escena de la película La guerra de las galaxias. En ella, miles de delegados planetarios intercambiaban ideas en una especie de Parlamento galáctico. “¿Cómo podrían ponerse de acuerdo? -pensé-, si en casa nos cuesta tanto, aún entre hermanos”.
Causa asombro y admiración imaginar siquiera el funcionamiento de un congreso interestelar, donde cada uno velaría por los intereses de su planeta, con su respectiva forma de gobierno (algunos más democráticos, otros más totalitarios), sus especies amenazadas, sus derechos conquistados -o pisados-, sus religiones, tradiciones, costumbres, gustos y un largo etcétera que incluye las características biológicas, geológicas, energéticas, espirituales y culturales de cada cuerpo celeste.
Desde que tenemos memoria, los seres humanos competimos entre individuos de la misma especie por comida, tierra, agua potable, dinero, amor, poder, religión…

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Nos llevamos tarea para el hogar.

Imaginemos un gran salón ocupado por 194 personas de distintas nacionalidades, etnias, culturas, religiones, filosofías, edades -entre otras diferencias-, cuya tarea es “ponerse de acuerdo sobre qué almorzarán al mediodía”.
La consigna, además, incluye las siguientes pautas: (1) solo pueden elegir un almuerzo en común para todos (léase: un solo acuerdo); (2) el mismo debe satisfacer todas las demandas y necesidades (hay carnívoros, vegetarianos, veganos, celíacos, intolerantes a lactosa, frugívoros, quisquillosos, indiferentes, famélicos, etc.); (3) ¿Quién paga la comida? ¿Los que poseen más recursos? ¿Los más pobres? ¿Los altruistas? ¿Todos? ¿Existen beneficios y/o incentivos por pagarla? ¿La solidaridad es un activo o puede jugar en contra?; (4) poseen 90 minutos para tomar una decisión, ya que la prensa y la comunidad global están esperando el resultado.

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